Vayamos al grano: el colágeno es el pegamento que nos mantiene unidos, el que da elasticidad a la piel, dureza a los huesos y movilidad a las articulaciones.
¿Te das cuenta de que las cosas empiezan a estar un poco más... arrugadas con la edad? Es la producción de colágeno de nuestro cuerpo que decide tomarse más descansos. El equipo de Varani (2006) señaló que esta ralentización de la producción de colágeno está detrás de los signos del envejecimiento.
Este es el resumen para mantener la fiesta del colágeno:
La vitamina C es la que manda aquí, no sólo es buena para esquivar los resfriados, sino que es esencial para llevar la voz cantante en la producción de colágeno (gracias a Peterkofsky, 1991, por la información).
El zinc es como el entrenador de bienestar para el colágeno, manteniendo el trabajo de reparación suave y constante (un gran aplauso para Lin et al., 2017).
El cobre es el héroe entre bastidores, asegurando que nuestra piel y huesos sean lo suficientemente resistentes como para recuperarse (apoyo a Rucker et al., 1998).
¿Y la proteína? Es la piedra angular, ya que aporta los aminoácidos, especialmente la glicina y la prolina, necesarios para un colágeno de primera (Wolfe, 2015 nos recuerda por qué es clave).
Así que, sí, el tiempo puede intentar ralentizarnos, pero con el combustible adecuado, podemos mantener viva la jam session de colágeno del cuerpo. No se trata tanto de perseguir la juventud como de disfrutar de lo que tenemos, con la ayuda de los mejores nutrientes.
Referencias:
Varani, J., et al. (2006). Journal of Investigative Dermatology, 126(5), 1051-1059.
Peterkofsky, B. (1991). The American Journal of Clinical Nutrition, 54(6 Suppl), 1135S-1140S.
Lin, P. H., et al. (2017). Reparación y regeneración de heridas, 26(1), 7-18.
Rucker, R. B., et al. (1998). The American Journal of Clinical Nutrition, 67(5), 996S-1002S.
Wolfe, R. R. (2015). Nutrition Reviews, 73(suppl_1), 41-47.